
Sé que fuimos unos osados.... Yosu Gascón me comentó hace unas semanas la posibilidad de exponer en la cárcel y no lo dudé. Estábamos dispuestos a vivir algo diferente, así que cargamos el remolque muy temprano, y ¡ hala! camino de la aventura. El llevaba escultura y yo fotografía.
LLegamos temprano en una mañana envuelta en niebla. Nos estaban esperando y para nuestro asombro no nos registraron el coche. Bueno es normal, los dos tenemos cara de buenos...
Nuestros ojos lo devoraban todo, y no sabíamos a donde mirar. Primero nos recibió una funcionaria sonriente que parecía disfrutar con el momento. En un par de minutos empezamos a montar nuestra exposición ayudados por funcionarios y presos internos de tercer grado. Hacía bastante frío, pero pronto lo olvidamos pensando sólo en que todo quedase lo mejor posible. Al terminar ayudamos a las internas a montar las mesas con canapés y bebidas. Todo en perfecta armonía hasta que llegaron los invitados. A partir de ese momento el lugar se llenó de políticos, guardia civiles, militares , policías , educadores..... y cada uno tuvo que representar su papel.
De repente algo llamó mi atención. Sobre una obra de mi colega Yosu los militares y el resto de " uniformados" habían colocado sus gorros y tricornios. Como me gusta ser positiva en lugar de enfadarnos pedí permiso para hacer una foto del montaje, y ellos como niños pillados en falta sonrieron pidiendo disculpas, e incluso me prestaron sus gafas. Fue un momento divertido a pesar de todo, pero lamenté su poca sensibilidad por el trabajo de los demás.
Aunque lo mejor del día fue hablar con un grupo de mujeres condenadas a varios años de prisión.
Se las veía alegres disfrutando de un día diferente. Cada una a su manera nos hablaba de sus planes cuando terminase su condena. Sus miradas eran brillantes en medio de aquellas paredes frías que les impedían ver el mundo. Hablaban de sus hijos, de sus sueños pendientes y mostraban unas enormes ganas de vivir.Y pensé en esas personas rodeadas de todo tipo se lujos, con vacaciones todo el año, dinero para gastar , varias casas y una persona al lado para compartir las pequeñas cosas de cada día; pero que viven en la prisión de la soledad. Porque quieren huir y llevar otro tipo de vida. Pero no se atreven, porque piesan siempre en el daño que harían a la persona que les acompaña. Y no son felices porque sus sueños hace tiempo murieron y sólo les queda frío en sus corazones. Sus barrotes son de oro, y su condena parece eterna.
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