sábado, 10 de diciembre de 2011

Fin del otoño


Cada vez que regreso de mi aldea, me traigo una pequeña reflexión. Esta vez es muy sencilla: no hay nada comparable a la naturaleza. Cada mañana he caminado por senderos llenos de amarillos y marrones que se disputaban la belleza del campo. Pero la luz suave de la tarde se proclamaba la reina. Se paseaba por la niebla produciendo imágenes mágicas que parecían irreales. Ha sido fácil soñar estos días. Las cosas supuestamente importantes de la vida me parecían pequeñas y las cotidianas adquirían un nuevo significado. Charlar con la gente del campo me produce paz, ellas
consiguen que por unos días mis planes " materiales " se esfumen entre los últimos rayos.
Vuelvo a la ciudad renovada y con ganas de terminar proyectos que han surgido de repente y que me tienen totalmente entregada. Siempre se dice que la vida da sorpresas, puedo decir que en los últimos años he recibido bastantes. Unas nada buenas pero la mayoría alucinantes.
Dentro de poco veré realizado uno de mis sueños : solo espero que mis seres queridos lo disfruten tanto como yo. Mientras seguiré creando con el barro y me dejare acariciar por él.

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