Visité un jardín botánico y mi mente que siempre se relaja en la naturaleza, voló y se transformó en planta y volví a sentir el mimetismo que siento cada vez que la admiro. Sin las plantas y los árboles la vida no existiría. Así de sencillo.Y así de grande. Las descubrí siendo una niña, y cada vez que veo un brote verde que crece entre el cemento, imagino a un creador capaz de hacer cosas que áun tenemos que descubrir, muchas más que las que ven nuestros sentidos. Y que quizá expliquen tantas cosas.
Al salir del jardín, la vida de la cuidad me atrapó y Berlín me pareció el sitio perfecto para escuchar el silencio, a pesar de los millones de personas que la habitan, a pesar de toda la historia que la acompaña. Si tuviera que definirla con un color, diría que es una ciudad con todos los colores del arco iris.Quizá sea porque la pasee acompañada de una persona genial, mi hija.

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