martes, 20 de diciembre de 2016

Navidad ?

Acabo de regresar de mi aldea, y estoy de nuevo en la ciudad donde vivo. Siempre tengo la sensación de que son dos mundos con pocas cosas en común. El último día viví una experiencia maravillosa. Pude oir el ruido de las gotas de agua que caían de los árboles. No había llovido, había mucha niebla, y se escuchaba un murmullo que parecía música. Las hojas no podían soportar el agua y el viento las hacía caer. Me pareció un momento mágico. Después dí un paseo para ver cómo la niebla seguía cubriendo los campos como si fuera un gran manto. Vinieron a mi mente muchas ideas para realizar en barro y otras con diferentes materiales. También he pensado en reunir fotos del tema de la matanza porque es una costumbre que poco a poco desaparecerá. No hay relevo, la gente joven no está para esas cosas, ellos están en otra onda. Internet lo invade todo. Lo que de verdad creo que estamos perdiendo es la capacidad para hacer cosas naturales, hechas con nuestras manos, con paciencia, saboreando los olores, los colores, y la sensación de estar haciendo algo único. Nada como compartir una mermelada hecha con las calabazas que han decorado la huerta tantos meses. O una tarta casera con las manzanas caidas de los árboles, que nadie recoge.
Estos días el ambiente en la ciudad es de euforía, las tiendas llenas de gente mirando regalos y los restaurantes a tope con comidas de trabajo . Pero a la vez, muchas personas mendigan un poco de dinero o comida. Dicen que existe el espítitu navideño, pero creo que lo que existe es un velo que durante días nos impide ver la realidad. Casi nadie conoce la religión a la que dicen pertener, pero acuden como ovejitas a todas las fiestas religiosas sin hacerse preguntas. Se justifican diciendo que no es malo lo que hacen, entonces es bueno no? pero miran para otra parte cuando alguién les pide unas monedas en la calle. No lo entiendo. Quizá no sea correcto decir estas cosas, no pretendo herir a nadie, sólo me gustaría hacer pensar. Y no sólo en los adornos de la navidad, ni en los regalos. Parece que estos días nos queremos mucho. Pero no es verdad. Las miradas lo dicen todo. Casi nadie es feliz, aunque se empeñen en parecerlo. No soy pesimista, pero no me gusta que nadie me diga cuando debo hacer regalos y poner cara simpática.


 Vamos, que por unos días no es de buén gusto hablar de toda la gente que vive en la calle y no tiene trabajo.
Quizá deberíamos pararnos de vez en cuando y preguntarnos si lo que hacemos se corresponde con lo que sentimos.
Espero que la vida me siga regalando tiempo para ver felices a las personas a las que amo. Y si me acompaña el barro mucho mejor. Todavía tengo en mente muchas obras esperando ver la luz.

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