viernes, 11 de junio de 2010

Viaje de placer




He vuelto a Berlin, esta vez en primavera. El paisaje había cambiado tanto que parecia una ciudad diferente. Las calles estaban llenas de gente paseando y los jardines verdes llenos de flores. Pasaban sin prisa, sin ese estres que se respira donde vivo. Las cafeterías tenían mesas en las aceras y era muy agradable tomarse una cerveza y recrear la vista. Sobre todo después de haber caminado durante horas viendo museos y apreciando su forma de vida. Había bicicletas por todas partes y muchas ofertas para comer en lugares de culturas diferentes. Restaurantes acogedores, donde todo el mundo hablaba sin hacer ruido. Una ciudad limpia, sin lujos, con espacios amplios, donde no se percibía la sociedad de consumo a la que tan acostumbrados estamos. Tenia la sensacion de que la mayoría no eran alemanes, eran gentes de todas partes buscándose la vida. También aprendí un poco de su historia mas reciente, y pensé en todas las personas que fueron masacradas y quemadas solo por ser diferentes. Espero que los jóvenes no repitan los errores de sus antepasados y sepan vivir respetando la vida de los demás. Viendo el documental Shoah, descubrí hasta que grado de horror puede llegar el ser humano. Son nueve horas, donde se entrevista a personas que vivieron en un campo de concentración e incluso hablan nazis que participaron en las torturas. No hay música de fondo, solo los rostros de personas que con una gran tristeza cuentan sus terribles recuerdos . Berlin me atrapa porque se percibe tolerancia, porque es una ciudad que ha abierto sus ventanas para que entre el sol.

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